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La intención

Cierto cielo queda impreso al tomar el niño o niña su primera bocanada de aire.

Mapeado en lo que llamamos carta natal.

En ese tiempo y en ese lugar, determinada configuración de cuerpos celestes toma cuerpo acá, se sintetiza haciendo de la o el recién nacido un portador de una combinación energética particular, que irá desplegando y haciendo vibrar a lo largo de su recorrido vital.

Seguirán a eso nuevos cielos, movimientos arriba que tendrán su correlato acá. Que serán parte del despliegue de ese ser, activando lo necesario, trayendo personas o escenarios al efecto, también quitando, con igual finalidad.

Puede pensarse entonces en un doble sentido:

1.    arriba-abajo, vertical, movimientos del cielo sincrónicos a movimientos acá

2.    adentro-afuera, horizontal, movimiento en escenarios y personas que va trayendo o quitando la vida acorde a lo necesario para el desarrollo

Y puede verse, desde esa mirada, que no hay casualidad, y que lo que llega, sucede y se va, es siempre lo justo para el momento y el ser en cuestión.

Lo entendamos o no.

Entenderlo o no marca bastante diferencia.

Entender transforma la experiencia. Permite abrir y enriquecer la gama de vivencias. Y alivianarlas también.

No es igual cruzar una cordillera mapa en mano y a ojos abiertos, sabiendo que a 20km hay un lago frío, que luego termina y llega un lugar con cuevas donde puede descansarse, que seguido a eso hay un llano y luego, a 50km comienza la pendiente, que es rocosa, pero que por ser verano no tiene nieve, etc, a ir por ese mismo camino con los ojos vendados, tanteando a ciegas, sin saber dónde estamos o qué sigue, o cuánto dura cada tramo, sólo sintiendo los fríos, las rocas, el agua, etc.

Y tampoco es igual hacer ese camino sabiendo o sin saber para qué lo hacemos, sabiendo o sin saber a dónde hay que llegar.

Jugá tu carta pretende colaborar con el conocimiento de uno mismo y por tanto, con la interpretación y asimilación de lo que va sucediendo, que como fue dicho, siempre corresponderá al propio mapa. Aspira a un acompañamiento en el proceso de hacer florecer lo singular y específico sabiendo que somos en despliegue vincular. Asumiéndonos parte de una trama que constituimos y nos constituye. Propone ver los vínculos o sucesos externos como reflejo de las relaciones simbólicas internas.   ​

La premisa base con la que se trabaja es E = C + D. La energía que portamos equivale a lo que actuamos conscientemente sumado a lo que dejamos en sombra y aparece entonces manifestado afuera en otras personas o en escenas de destino.

Jugar la propia carta implica primero verse y reconocerse profunda y abarcativamente, para luego barajar las posibilidades de vivencia e integración que brinda cada tipo de energía que tocó predominante en aquel cielo que nos vió nacer y que nos impregna e imprime los días de ahí en adelante.

 

Jugar la propia carta es un viaje a experimentar lo mejor posible lo que toca vivir, a partir de su comprensión.

Y para sumar a esa comprensión nos valemos además de la Astrología,  de las Constelaciones. Astrológicas y Familiares.

 

Las astrológicas, para hacer visible cómo se está experimentando profundamente la carta natal, más allá del relato consciente que podamos hacer y hacernos al respecto.

Las familiares, para ordenarnos en relación al sistema familiar del cual provenimos, en caso de que no lo estemos, y podamos ocupar con fuerza nuestro lugar. Este movimiento es importante e imprescindible para poder jugar la propia carta.  

 

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